jueves, septiembre 3

El secreto esta en parar.




Esta tarde mientras conducía el coche por la carretera de vuelta a casa después de un día laboral un tanto complicado, viendo lo especial de la luz, me he dado cuenta que estaba a punto de esconderse el sol, me llego un pensamiento que me decía que parara y me diera unos minutos para disfrutar de este paisaje y así lo hice.
Saque el coche de la carretera y lo deje en al borde del camino, busque un buen sitio bajo un árbol y allí me senté para observar la puesta de sol y el paisaje que lo rodeaba, fue estupendo, el conjunto de luces y sombras, la serenidad que contagiaba. Lo mejor de todo es que invertí solo 15 minutos en este momento, un tiempo importante y necesario para estar conmigo, para estar en paz.


Vivimos de una manera acostumbrados a levantarnos todas las mañanas con una agenda completa de cosas que tenemos que hacer y así vamos todo el día intentando realizarlas todas. Cuando estamos haciendo una estamos pendientes de terminar esta, corriendo para pasar a la siguiente, dándole más pensamientos a lo siguiente que a la que estamos haciendo en ese momento. Parece ser que no estaremos tranquilos hasta que las hagamos todas, y así pasamos todo el día corriendo con una sensación de intranquilidad, queriendo llegar al momento siguiente y lo peor de todo sin disfrutar ninguna de las cosas que hacemos. Al llegar la noche después de cenar, nos sentamos para descansar pero nuestra mente y cuerpo siguen tensos, por lo que no podemos dejar de pensar todo lo que debemos hacer al día siguiente.


No seria mas fácil vivir, haciendo las cosas con cariño, dándoles atención, paso a paso, cuando terminamos una a la siguiente. Encontrando espacios para parar 1, 2, 5 minutos para respirar, ver el cielo, los pájaros, las nubes, el sol... Pasamos por el día con tanta rapidez, con tanto tráfico de pensamientos que no nos damos tiempo para nosotros mismos, para relajarnos, llenarnos de energía interior y seguir, pero con fuerzas renovadas. Lo malo de todo esto es que de seguir posponiéndolo no seremos capaces de parar hasta llegar al hoyo, hasta morir. A lo largo del día hay un montón de cosas que se ponen delante de nosotros para llenarnos, para disfrutarlas y sentirlas, pero parece que vayamos con orejeras, viendo solamente lo que nuestros pensamientos nos dicen que hay que hacer.


Un cuento nos habla de la historia de un maestro Zen que por mas que lo intentaba no llegaba a conseguía la realización. Cierto día paseando por el mercado escuchó una conversación entre un carnicero y su cliente. El hombre le pedía al carnicero que le vendiera un trozo de carne, por lo que este le respondió que como lo quería, rápidamente el cliente le contesto que quería el mejor de todos. El carnicero con una seguridad total y lentamente le contesto: “Todos mis trozos de carne son el mejor, pues todos son los mejores” Al oír esto el maestro despertó.
Siempre intentamos vivir los momentos que nuestra mente cataloga de positivos y escapar de los negativos. No es así, debemos partir de la base de que el momento en que vivimos tal y como su nombre indica es un regalo, el presente es un “presente”. Aquí es cuando comenzamos a adquirir conciencia de que lo único verdadero es el momento en el que se esta, se empieza a valorar y agradecer, con toda su fuerza, aceptándolo, sintiéndolo, “este es el mejor momento, porque todos mis momentos son el mejor”.


Son muchas las veces que las prisas y otros motivos me hacen querer estar en otro sitio. En el coche a menudo me doy cuenta que quiero estar en el sitio al que me dirijo y no en el que estoy, otras veces estoy con una persona hablando pero quiero terminar de hablar para ir al siguiente lugar donde voy... y así muchas mas situaciones. Lo que hago es no darle valor al momento, no aceptarlo tal y como me lo da la vida, siempre queriendo que sea como mi mente quiere, y eso es imposible. Cuando me doy cuenta de estas situaciones reacciono, y mentalmente me digo:
“Este es el mejor de todos mis momentos”
A partir de esta afirmación comienzo a aceptar y valorar, pongo atención y percibo los matices que ese momento me esta regalando, la música en el coche, el contacto con el volante, el paisaje, sensaciones corporales, respiración, la conversación de una persona.... y empiezo a vivir el presente. Que me vuelvo a ir, cuando me doy cuenta vuelvo y así poco a poco voy cogiendo el habito de estar donde estoy sin querer estar de esa forma obsesiva siempre en el momento siguiente y en otro lugar.


Cuentan la historia que cuando Alejandro Magno iba conquistando Asia, se encontró con Diógenes tumbado desnudo tomando el sol, su expresión era serena y emanaba dicha. Alejandro magno quedo impactado. Poniéndose delante de él le pregunto que quería que hiciera por él: “Puesto que yo soy el hombre mas poderoso del mundo te daré lo que pidas”
Diógenes sin embargo ni se perturbo lo mas mínimo y de forma tranquila le pidió que lo único que quería de él, era que se apartara pues le tapaba el sol. Alejandro al oír esto aun se quedo más consternado, y le respondió que él cuando acabara, también se sentaría a descansar. La respuesta de Diógenes fue que nada le impedía hacerlo ahora mismo, sentarse junto a el y parar. Pero Alejandro contesto que todavía tenia muchos países que conquistar, cuando conquistara el último entonces volvería a su casa y entonces descansaría, viviría de forma serena y disfrutaría de los placeres de la vida. Pero esto nunca ocurrió después de haber conquistado Asia, cuando volvía a su casa, Alejandro Magno enfermo y murió.


Intentemos VIVIR todos los días haciendo lo que tengamos que hacer dentro de nuestras responsabilidades, pero dejemos un espacio para descubrir todas las cosas que nos muestra la vida, el sol, la naturaleza, el viento, los animales, la sonrisa de las personas, de los niños.... y tantas cosas que son gratis y están al alcance de todos, son tan importantes como comer o respirar, así nos vamos llenando de sensaciones positivas, de serenidad, de VIDA.